"No pinto el ser, pinto el pasar", dice Montaigne (Ensayos, III, 2), tal vez recordando a Heráclito. Todo está de paso por este lugar: lo mostrado, quien lo muestra, quien lo ve. Al fondo, la montaña Huangshan, en el corazón de China, por donde anduve deambulando hace unos años. Y conste que, si el título de este cuaderno está en francés, es solo porque en español ya estaba ocupado. En realidad, esa imagen, la montaña vacía, es un lugar común del taoísmo. ¿Y no son estos cuadernos, al fin y al cabo, un lugar común por donde todos transitamos? Lugares comunes, lugares ocupados, lugares vacíos.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Monovocálico gaditano

Causó cierto revuelo al final del verano la noticia según la cual un famoso novelista renunció a ser el comisario de la exposición “Cádiz 2012”, que pretende conmemorar en esa ciudad el bicentenario de la Constitución de 1812. Decían los diarios que el escritor remitió una carta a la alcaldesa de Cádiz para comunicarle que abdicaba de tan honrosas encomiendas aduciendo, curiosamente, lo peligroso de su propio carácter, y citaban sus palabras: “Me conozco un poco, y sé que al final acabaré ciscándome públicamente en la puta madre de alguien y la liaremos. Así que mejor me quito de en medio”. El origen presunto de esta aspaventosa previsión de tormenta, radica, al parecer, en que un quisquilloso concejal de Izquierda Unida inquirió en un pleno del Ayuntamiento acerca de ese encargo y, más concretamente, del coste que supondría para las arcas municipales. Y fue lo rastrero y abyecto de esa pesquisa lo que, se supone, provocó la altisonante dimisión del personaje, que cabe presumir llamado a misiones inescrutables por lo insignes.

Es un enigmático episodio de la vida patria este que refiero. Imaginemos que nos dirigimos a un albañil para proponerle que nos tire un tabique o nos ponga unos azulejos y, cuando le preguntamos por su presupuesto, desglosado en material y honorarios, entra en cólera y a grandes voces da en llamarnos gentuza, chusma, y nos augura que acabará cagándose en nuestra puta madre, porque se conoce, él se conoce.


De modo que, inspirado por este enigma, he compuesto un poemastro monovocálico en homenaje tácito a esa ciudad. Visité Cádiz con mi familia hace unos años, bajo los cuchillos de la canícula: es una extraña ciudad, un istmo hecho ciudadela, deslumbrado por una luz oceánica, ubicua. Mientras los niños no paraban de pedir helados, saqué, medio ciego, muchas fotos, algunas buenas, pero se me esfumaron todas en un error de archivo informático. Así que he puesto una ajena, parecida a una de las que perdí, pero sin niños.

Es excelente: vende.
Es el jefe rebelde
que esplende en el presente.

De repente pretenden
meterle en pelendengues
de leves pequeñeces.

¡Qué reveses enclenques!
¡Qué mequetrefes penes
de endebles menesteres!

Él se crece en el brete,
efervescentemente
desde enfrente les vence.

Entérense, peleles:
ver cheques desmerece
de seres vehementes.

Déjense de memeces.
Es el jeque, qué leches.
Es él: Pérez Reverte.

2 comentarios:

  1. Monovocálico puro, a la moda de Perec... que está resucitando cada vez con más fuerza.
    Javier, bonita tarea será la de "segurite", como dicen los modos de los "blogs". Habrá que decir y ahcer algo sobre este curioso género invasor que dota a todo el que quiera –algo de dinero y más de tiempo– de un campo en libertad.

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  2. Admiro a las personas que se conocen. No es bueno conocerse del todo; a quién no le gusta sorprenderse a si mismo! Pérez de Reverte hizo muy bien en abdicar de tan absurda proposición.
    Ah, viví en Cádiz de los 14 a los 17. Tengo buenos recuerdos. Don Miguel Martínez, el mejor profesor de literatura que he tenido en mi vida...o quizás era yo la que estaba hambrienta de ella.

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