El poeta estadounidense William Carlos Williams (1883-1963), entre otras muchas cosas, nos enseñó que un poema puede desplegarse ante nuestra aprehensión como un puro suceso, exento de toda metafísica, haciéndonos partícipes de una realidad fenoménica: la mujer que come ciruelas, la rama de acacia que vuelve a florecer, el gato que deambula por la cocina... Este procedimiento nos remite, principalmente, a la supresión del yo que impera en el modernismo angloamericano.
Pero también podríamos decir, poniéndonos profundos, que en este poema la realidad aparece fugazmente ante nuestros ojos para después esfumarse, escamotearse en un pase de prestidigitación; que esa especie de brevísimo tramo cinematográfico no hace sino ponernos ante la esencial contingencia de todo lo que existe, o creemos que existe; y que lo que se representa aquí, en definitiva, es cómo todo acaba por sumirse en un pozo de vacío. Y con ello se pone de manifiesto que no hace falta ser un poeta barroco, ni terminar los poemas con la palabra nada, para que se le haga presente al lector esa visión.
Traduje este poema hace muchos años, y hoy lo traigo a este cuaderno como muestra de una poesía que, aun no habiendo tenido amplia resonancia en el ámbito de nuestra lengua, ha abierto nuevos y discretos caminos de percepción y expresión. Williams y otros poetas contemporáneos suyos buscaron trasladar al escenario del poema la inmediatez del mundo sensible, la presencia autosuficiente de las cosas. Y a través de estas páginas yo quisiera, poco a poco, mostrar que sin la asimilación de la poesía china, concretamente a través de la figura y la obra de Ezra Pound, esto no habría sido posible.
Pero también podríamos decir, poniéndonos profundos, que en este poema la realidad aparece fugazmente ante nuestros ojos para después esfumarse, escamotearse en un pase de prestidigitación; que esa especie de brevísimo tramo cinematográfico no hace sino ponernos ante la esencial contingencia de todo lo que existe, o creemos que existe; y que lo que se representa aquí, en definitiva, es cómo todo acaba por sumirse en un pozo de vacío. Y con ello se pone de manifiesto que no hace falta ser un poeta barroco, ni terminar los poemas con la palabra nada, para que se le haga presente al lector esa visión.
Traduje este poema hace muchos años, y hoy lo traigo a este cuaderno como muestra de una poesía que, aun no habiendo tenido amplia resonancia en el ámbito de nuestra lengua, ha abierto nuevos y discretos caminos de percepción y expresión. Williams y otros poetas contemporáneos suyos buscaron trasladar al escenario del poema la inmediatez del mundo sensible, la presencia autosuficiente de las cosas. Y a través de estas páginas yo quisiera, poco a poco, mostrar que sin la asimilación de la poesía china, concretamente a través de la figura y la obra de Ezra Pound, esto no habría sido posible.
POEM
As the cat
climbed over
the top of
the jamcloset
first the right
forefoot
carefully
then the hind
stepped down
into the pit of
the empty
flowerpot
climbed over
the top of
the jamcloset
first the right
forefoot
carefully
then the hind
stepped down
into the pit of
the empty
flowerpot
*************
Se encaramaba
el gato a la
alacena
primero la
pata delantera
derecha
con cuidado
después la
trasera
bajaba al foso
de la vacía
maceta
Y yo creo, Javier, que este tipo de poesía sí que ha funcionado luego, y mucho, y que, poniéndonos profundos, como tú dices, es también un modo de anular el relieve lírico-dramático de los versos y venir a decir que todo puede ser poesía.
ResponderEliminarEn cierto modo algo de esto pretendían los llamados "poetas de la experiencia", por otro lado.
Sigue enhebrando ahora con la poesía china, sigue.
Desde luego, la supresión del yo lírico es parte de una reacción antirromántica mucho más amplia. Pero, en mi opinión, esta poesía ha sido muy imitada y poco entendida, al menos en nuestra lengua. Entre otras cosas, porque en nuestro olimpo patrio los conocimientos de inglés son más bien exiguos, y en aquellas alturas se conforman con leer la poesía mal traducida y en dosis mínimas, como en las antologías de 15 poemas de Visor. Sánchez Robayna hizo algo con Wallace Stevens, muy limitado; Paz asimiló bien a Cummings; pero tú encuéntrame a alguien en España que lea y entienda en inglés a Auden, que es uno de los padres de todo este movimiento. Creo que AHORA lo empiezan a traducir profesionales... Lo siento, pero los sedicentes "poetas de la experiencia", de inglés ni nociones. También se inventaron el rotulillo ese de "la otra sentimentalidad": así pueden seguir imponiéndonos su canon y premiándose unos a otros año tras año. Voilà.
ResponderEliminarCierto, cierto, cierto, Javier... La carencia de esa herramienta fundamental priva del conocimiento profundo, el sabor del idioma. Yo, que lo padezco, suelo decir que cuando leo poesía en inglés (con versión al lado) siento que no estoy captando lo más importante, y lo sé porque aquello sí que lo capto al leer en francés o en italiano, por ejemplo. Ya sabes que tampoco era problema nuestro, las condiciones de la educación eran otras y la imposibilidad de viajar, real. Pero, responsabilidades aparte, añade a todo esto un par de consideraciones: no todos los que sí acceden a esos universos poéticos ajenos (lenguas orientales, eslavas, alemán, etc.) repican en sus versos modos y calidades foráneas. A veces –y tú citas nombres– más bien parece lo contrario.
ResponderEliminarY el viceversa: Paco de Lucía no sabe música. Y la nómina de poetas que "no saben" acceder a universos poéticos extraños es inmensa. Creo que la máquina ha de funcionar de otra manera, la de los versos, y que ese es un componente, maravilloso para el que lo posea y lo domine (otro ejemplo que tú citas, el de Paz).
Es largo el tema, ¿eh?
Brazos